El fin de semana pasada fuimos a Salem, Massachusetts. El equivalente a Halloween escape ir a esa ciudad, aparentemente, porque eso allí estaba tan lleno que no pudimos hacer nada fuera de caminar, observar y comer. ¿Qué me quedé con las ganas de visitar un museo? Sí. ¿Qué me quedé con las ganas de entrar a una casa embrujada? Sí (en realidad no, soy un miedoso y sé que podía haber muerto de un ataque al corazón).
Salem tiene un historia sobre un juicio entre 1692 y 1693 donde mataron a 20 personas inocentes acusadas de practicar brujería (y en el vilipendio de más de otras 200) . El mito dice que las quemaron, pero no, fueron ahorcadas. Una o la otra me parece una loquera, como quiera. Debido a este suceso, en la ciudad se llevan a cabo una serie de actividades spooky para ¿conmemorar la vida estas personas? Tengo mi duda y no quiero afirmar 100% que es por eso.
Caminando por la ciudad, creo que los únicos sin estar disfrazados éramos nosotros. Hasta las mascotas tenían disfraces, las casas estaban decoradas y el mall pequeño que había cambió su temática entera para que cada negocio tuviese nombre relacionado a algo de Halloween. Algunas personas botaron la casa por la ventana con su disfraz, a tal nivel que pedían indirecta y, a veces, directamente tip por tirarse fotos o videos con ellos.
Ahora, volviendo a mi miedo, nunca he sido fan de decir: “Dale, vamos a ver una película para asustarme”. Esa experiencia desde pequeño era un struggle para mí. Cada vez que veía una película de horror en contra de mi voluntad, terminaba pensando en eso algunas noches. Dormir con la puerta y ventanas cerradas aunque solo tuviese abanico porque me miraban por ahí, al menos, eso creía yo. De grande, digo de excusa para no verlas que no suelen tener una buena historia excepto las de “The Conjuring”.
Volvería ir a Salem el año que viene, pero con un plan mejor estructurado que simplemente llegar. Sé que me faltó mucho explorar y conocer, me quedé con ganas de entender bien la historia de la ciudad. Definitivamente, tenemos que ir disfrazados y con mucha más valentía para meternos en una casa embrujada, aunque posiblemente, no lograr salir de ella, gritar como un loco y terminar en una ambulancia en busca de mi ser.
¿Has ido a Salem? ¿Cómo fue tu experiencia?
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