Si busco en el diccionario la definición de “caos” aparece como semejante: “New York”. Hace dos semanas estuvimos allí por 4 horas y, en breve, contaré todo lo que sucedió en ese lapso de tiempo. Aún me siento un poco traumado con lo experimentado que decidí no volver visitar ese estado en buen tiempo y, por ende, no me veo viviendo en esa ciudad. En New York suceden muchas cosas, algunas interesantes, pero la gran mayoría, de locos.
Durante esas 4 horas que pisamos la ciudad, solo 30 minutos fue lo que estuvimos caminando por las calles. El resto del tiempo la pasamos comiendo y dentro del lugar en donde íbamos a ver el show para el que fuimos. En esa mediahora, 15 minutos caminando hacia donde íbamos a comer y 15 minutos virando, pasó de todo. Y cuando digo “todo” es todo.
Comenzaré mencionando la cantidad de gente que había en las aceras. Eran tantas que no podía dejar de tocarme los bolsillos para asegurarme que tenía el celular y la cartera. Algunos grupos se les notaba que eran turistas, otros iban apurados enfocados en la dirección en que se dirigían. Mientras que el resto, eran personas sin hogar intentando ganar algo de dinero o envueltos en su propio mundo bajo los efectos de alguna droga.
Esto fue un poco de lo que pasó en ese trayecto. La cantidad de gente sin hogar que vimos en esas pocas millas de distancia eran incontables. Había una persona apuñalada aguantándose la barriga con policías a su alrededor y un homeless tenía una bocina con música a su lado. Antes de eso, una señora estaba botando sangre por la nariz. Y para completar el panorama cada 3 minutos veíamos a alguien disfrazado de Rebelde.
¿Sigo? Alguien le pidió dinero a otro por aguantarle la puerta de un 7 Eleven… La otra persona paró a buscar qué darle. Una muchacha pasó corriendo para arriba y, a los 5 minutos, la vimos corriendo para abajo. Una persona usando crack en plena vista pública. Alguien gritándole a una guagua de la policía en el cristal del pasajero mientras estos esperaban a que la luz cambiara. Todo esto y más, que ahora mismo no recuerdo con exactitud, ocurrió en el lapso de tiempo que indiqué al inicio, 30 minutos.
Cuando le conté a mis amistades de todo lo que presenciamos solo nos dijeron: “Un día común y corriente en New York”. Para culminar la noche, el show había terminado y nos montamos en el carro para irnos, en la siguiente luz, vimos cómo arrestaban a alguien. No sé si me acostumbré a la paz que existe en un pueblo poco conocido como en el que vivimos ahora, pero no cabe duda de que New York es la definición del fin del mundo.
Admiro a las personas que tienen que ir a trabajar diariamente a New York, además de que lo narré, también por lo sucio y apestoso que es. Súmale a todo, lo acelerada que es esa ciudad de por sí. Qué conste que he tenido buenas experiencias en allí, sin embargo, no me cogen viviendo allí ni loco. Mi paz mental va por delante de cualquier lujo o beneficio que pueda obtener yéndome hacia allá y tener que formalizar un diario vivir.
¿Qué experiencia extraña has tenido en New York?
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